Cuando pequeña era gordita, cachetuda, manos rollizas, ingenua, meiga, sonriente, tenía los ojos grandes y castaños, los dientes bien delineados, todo un futuro a frente.
Hoy soy delgada, aún cachetuda, ojos castaños, tengo los dientes un poco torcidos y las manos muy delicadas, como si fuesen de una niña, estoy envejeciendo, me siento cansada a veces, cansada de todo, con pies de gallina alrededor de los ojos, el cuerpo empezando a pesar, la boca amargando…creo que soy intuitiva, maliciosa, tempestuosa, demasiado seria. No creo en el mundo, en las personas, mi sonrisa cuesta algo, un precio que ni todos pagan. No sé lo que me da en la cabeza, lo que sé es que tengo mucha suerte, pero adoro reclamar de la vida como si el destino hubiese tramado algo terrible para mí. Soy una ingrata, una hija ingrata, una esposa ingrata, una profesora ingrata, una estudiante ingrata… Me gustaría no ser alguien, o pelo menos no tener consciencia de algo, de que soy algo, de que tengo una identidad a defender o tal vez a conquistar, como si identidad pudiese ser conquistada. No! No se la conquista, se la hace, no pedimos a los cielos para ser lo que somos, apenas existimos en algún lugar.
