domingo, 2 de noviembre de 2008

Amor, sangre, muerte...


Um hombre obligaba Elisa a hacer sexo con su mejor amigo apuntándole un arma a la cabeza. Este hombre era su ex-novio, Javier, con quien tenía una hija de diez años llamada María. Javier la ofendía, la humillaba, la obligaba andar desnuda por la casa y encendía encendedores y fósforos amenazando con quemar sus cosas. Pero ella lo amaba aun así, parecía un amor insano y obsesivo que la dejaba fragilizada y por eso no lo denunciaba.
Una noche, después que Javier volvió de su finca, fue a la casa de Elisa, no había traído su hija y ella tenía miedo de sus ojos enfermizos y fríos. Cuando él le pedió que fuese a cocina a coger un copo de zumo, ella consiguió salir por detrás de la caza. Empezó a correr desnuda por la calle hasta la casa de un vecino para pedir por ayuda:
- Hay un hombre en mi casa, queriendo destruir todo. ¡Llamen a la policía!
Pero el vecino pensó: “¿Esa no es nuestra vecina liviana? ¿Aquella besoquera? ¿Aquella a quien le gusta besarles a los basureros?
El caso fue a parar en la Comisaría, pero nadie consiguió entender cuando fueran a catearle su casa, pues no encontraron nadie allá y ninguna huella. Y también los policiales pensaron: “¿Esa no es aquella chica liviana? ¿Aquella besoquera? ¿Aquella a quien le gusta besarles a los basureros?
Ella pidió protección policial porque creía que los hombres de Javier irían a mandar matarla. Esa protección se quedó solamente en promesa, pues los policías parecían ignorarla. Desde que ganó el concurso de besos nunca más las personas la tomaron en serio. Ella era la mujer que besaba, solamente eso. Pasó a vivir en constante alerta, desconfiaba de todos. No salía un segundo siquiera del lado de su madre. Ella pensaba: “Si muero, muero con mi madre”. Pero temía por la vida de todos, incluso de su hija. Desde aquella noche cuando ella consiguió huirse no la vio más. ¿Dónde estaba ella? ¿Quizás en finca de Javier? Pensó.
Así no podía mas quedarse en la ciudad en que vivía desde su niñez, planeó su huida con su madre. Arregló las cosas, sus equipajes… salieron con dos carteras durante la noche cuando nadie podría verlas, no quería darles explicaciones. Cuando llegaron al terminal supieron que el autobús estaba atrasado, y solamente llegaría a la mañana siguiente. Pensaron en huir otro día. Volvieron. Pero ella estaba determinada a huir. Así, decidieron caminar hasta la carretera y tentar coger otro autobús. Caminaron por la maleza, caminaron…caminaron… cuando se cansaron percibieron que estaban perdidas, que no más conseguían seguir las estrellas o la luna. Todo estaba oscuro. Pararon. Esperaron por la mañana. Dormitaron. Cuando se despertaron percibieron que estaban delante de la finca de Javier. Parecía una pesadilla. Tuvieron miedo. Pero parecía no haber nadie allá. Solamente el silencio y el perro acostado en la solearía de la puerta. Pensaron huirse de allí. Pero ellas vieron cuando María se asomó a la puerta con las manos ensangrentadas. Entraron en el comedor. Javier estaba muerto con un cuchillo puesto en su cuello. María nunca fue la misma nuevamente.

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